¿Qué conductas del TDAH pueden influir en la conducta alimentaria?

Algunas personas con TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad) desarrollan a su vez problemas de conducta alimentaria. Pero ¿cuánto de esto viene desencadenado por el propio TDAH? Entender por qué hacemos lo que hacemos también nos ayudará a buscar soluciones más ajustadas a la realidad de lo que ocurre.

Empecemos entendiendo qué es el TDAH. El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por síntomas de:

  • Inatención. Dificultad para mantener la atención, fijarse en detalles, seguir instrucciones u organizar actividades y tareas. Se puede manifestar como olvidos frecuentes y distracciones.
  • Hiperactividad. Dificultad para mantenerse sentado o quieto en situaciones en las que se espera, hablar de manera incesante o movimientos excesivos.
  • Impulsividad. Actuar sin pensar en las consecuencias, interrumpir constantemente, dificultad para respetar el orden o el turno.

El TDAH puede ser diagnosticado en la infancia, aunque no siempre es así. Sus síntomas perdurarán en la adolescencia y en la edad adulta, aunque el diagnóstico temprano ayudará a controlarlos. El tratamiento puede incluir psicoterapia y medicación; aunque la educación sobre el mismo jugará un papel fundamental. Es muy importante que tanto la persona como su entorno tenga información, al igual que los centros educativos.

El TDAH no define a la persona; pero es cierto que entender lo que nos ocurre y saber por qué nos ocurre es de un gran valor.

Además, cabe destacar que el diagnóstico en mujeres suele ser mucho más tardío, o incluso no llegar a ocurrir. Por un lado, se cree que algunos rasgos del TDAH pueden confundirse con rasgos de personalidad o problemas emocionales en mujeres. Por otro lado, las normas culturales pueden llevarlas a enmascarar sus síntomas más que los hombres.

Hablando con diferentes personas en terapia me he dado cuenta de que hay muchas de esas conductas que pueden afectar a la conducta alimentaria. Rasgos típicos del TDAH que desencadenan en conductas potencialmente dañinas.

Vamos a enumerar algunos de esos aspectos que pueden intervenir:

  • Impulsividad. Dificultad para controlar los impulsos, tentaciones o deseos. Estos mismos influyen en la toma de decisiones alimentarias, lo que puede traer consigo nuevas conductas impulsivas debidas a la culpa: descontroles, purgas, compensación (ejercicio excesivo) o restricción.
  • Hiperactividad. Excesiva movilidad corporal que puede desencadenar en actividad física compensatoria.
  • Inatención. Comer mientras haces otras cosas, olvidarse de comer o no detectar la saciedad.
  • Hiperfocalización. Esto puede llevar a que la persona se encuentre tan metida en otra tarea que se lleguen a olvidar de comer o que no sean capaces de darse cuenta de que tienen hambre.
  • Disfunción ejecutiva. Dificultad para planificarse y organizarse, lo que desencadena en no tener comida en casa para preparar, comer cosas rápidas o “take-away”, comer solo comida que no hay que cocinar como fruta, etc.
  • Hiper-fijación alimentaria. Obsesionarse con un alimento y querer comerlo a todas horas, aunque lleguen a variar la manera de prepararlo el alimento será el mismo.
  • Ciclos circadianos. Si hay alteración de la melatonina, el descanso no será el adecuado. A nivel hormonal esto hace que sienta menor saciedad y por ello haya preferencia por el azúcar y las grasas.

Os voy a poner el ejemplo de C. Él es un chico que acude a terapia por diversos motivos, entre los que se encuentran una “incapacidad” para controlar sus atracones y unas subidas y bajadas de peso muy drásticas. Indagando en sus hábitos de alimentación nos dimos cuenta de que muchas de esas conductas nocivas venían impulsadas por su TDAH.

Por ejemplo, en las épocas en las que su peso había estado más bajito coincidía con épocas en las que dejó de tomar la medicación que le ayuda a controlar la hiperactividad. Esto hacía que durante el día su gasto físico fuese muchísimo más elevado. No había aumentado sus horas de gimnasio, pero sí que consumía muchas más calorías al no parar de moverse. Además, en esta época en la que retiró la medicación, la disfunción ejecutiva fue muy evidente en su planificación de comidas (menú semanal, por ejemplo). No solía acordarse de comprar ingredientes y organizar bien lo que quería comer; esto le llevaba a comer solamente fruta muchos días por no tener nada más o no tener tiempo de prepararlo.

En este caso en concreto, la hiperactividad sumada a la falta de planificación llevó a C. a bajar radicalmente de peso.

Este es el ejemplo de C., pero como siempre se dice, “cada persona es un mundo”. No todos los individuos con TDAH deben tener una mala relación con la comida ni experimentar conductas nocivas. También habrá otras que tengan TDAH y a la vez un trastorno de la conducta alimentaria.

Identificar estas conexiones nos permite acompañar mejor a quienes conviven con TDAH, buscando estrategias a tiempo y evitando que la relación con la comida se deteriore. Recordemos que pedir ayuda profesional es siempre una herramienta valiosa.

Por Carmen García del Rincón

CONSULTA MADRID

CONSULTA DUBLÍN

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