Ser madre lejos de casa: retos y redes que sostienen

madre lejos de casa

La maternidad (o paternidad) es un reto en sí mismo, pero la expatriación conlleva una serie de cambios que impactan profundamente en la experiencia de la maternidad.

¿Cómo se cría cuando no tienes cerca a quienes siempre estuvieron para ti?

Algunos de los retos que podemos nombrar van desde la falta de red de apoyo a la adaptación a un nuevo sistema de salud y educación.

La falta de una red de apoyo

Uno de los mayores desafíos para una madre expatriada es la ausencia de familiares y amigos cercanos. En muchos contextos, la crianza se apoya en una red compuesta por abuelos, tíos, amigos o vecinos.

Sin embargo, en el extranjero esta ayuda no siempre está disponible, y eso puede generar sentimientos de soledad, cansancio e incluso sobrecarga emocional, al no tener con quién compartir o delegar algunas responsabilidades cotidianas.

Las barreras idiomáticas y culturales

El idioma puede suponer un reto significativo en muchas ocasiones. Hablar una lengua distinta a la materna puede dificultar la comunicación con profesionales de la salud, personal educativo o incluso con otras madres. Esta dificultad, sumada al proceso de adaptación cultural, puede hacernos sentir inseguras, vulnerables o poco preparadas para ejercer la maternidad en ese nuevo entorno.

Además, las diferencias culturales en cuanto a la crianza pueden provocar frustración. Adaptarse a hacer las cosas “de otra manera” —diferente a lo aprendido o vivido— puede poner en cuestión nuestras certezas y autoestima.

La adaptación a nuevos sistemas de salud y educación

Cada país tiene un sistema de salud y educación diferente, lo que puede generar incertidumbre en las madres expatriadas sobre el seguimiento del embarazo y la atención médica de sus hijos. De hecho, por esa incertidumbre muchas mujeres se sienten más seguras dando a luz en sus lugares de origen, donde están cerca de su familia y conocen el funcionamiento del sistema sanitario. Muchas veces, el sentimiento detrás de esta situación es el miedo a lo desconocido.

La elección del sistema educativo y el acceso a información clara sobre opciones disponibles también suele ser un motivo de duda. A ello se suma, en ocasiones, la complejidad de los trámites burocráticos.

La conciliación laboral y la maternidad

En algunos países la conciliación laboral puede ser más o menos favorable que en el país de origen. Las políticas de maternidad, los permisos parentales y la disponibilidad de guarderías pueden influir significativamente en la experiencia de una madre expatriada.

Uno de los principales retos en Dublín es la escasez de plazas en las guarderías, lo que obliga a muchas madres a pausar su carrera profesional temporalmente. Si esta decisión es voluntaria, puede vivirse con satisfacción; pero si se vive como una imposición, puede generar frustración e injusticia.

Crear nuevas comunidades

Por eso es tan importante crear una nueva comunidad. Los grupos de madres en el lugar donde me encuentro, Dublín, son maravillosos. Son comunidades en las que se comparte conocimiento, alegrías, penas, preocupaciones, consejos, en definitiva, personas que estamos pasando por los mismos retos, o parecidos, y ese sentimiento de unión y tribu nos hace sentir menos solas. En ocasiones se quedan en eso, en grupos virtuales (WhatsApp, email), pero en otras muchas se establecen relaciones más profundas, dando lugar a nuevas amistades.

Porque cuando estamos lejos de casa, las conexiones que tejemos suelen ser más profundas, más significativas. Son la familia elegida. Estas redes no solo nos acompañan, también nos transforman. Aprovecho estas líneas para agradecer a todas esas madres —anónimas o no— que en algún momento me tendieron una mano y me hicieron sentir acompañada.

Muchas madres consiguen construir una vida plena en el extranjero. La maternidad expatriada trae desafíos únicos, sí, pero también oportunidades valiosas de crecimiento personal, aprendizaje cultural y conexión humana.

Si estás viviendo este proceso y te sientes sola, recuerda: no estás sola. Existen redes de apoyo que pueden ayudarte a sentirte parte de una comunidad donde te entiendan y te sostengan.

Por Marta Bethencourt

CONSULTA MADRID

CONSULTA DUBLÍN

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