
Los trastornos de la alimentación nos pueden parecer un tema familiar y frecuente, sin embargo en la actualidad presentan una trasformación en los síntomas y comportamientos que los caracterizan, haciéndolos más complejos a nivel psíquico, social y físico.
La anorexia y la bulimia se caracterizaban por su frecuencia en el género femenino, donde la adolescencia podía ser una etapa de mayor vulnerabilidad ya que en este momento no tenemos las herramientas necesarias para afrontar distintas situaciones y nuestra personalidad se está construyendo.
Una característica es el vivirlo de una manera silenciosa, apartándose de los demás, mostrando inseguridad, agresividad, aislamiento y
tristeza. El comportamiento más característico es la nula ingesta de alimentos o, por el contrario, un exceso en la ingesta acompañado de la expulsión provocada de los mismos.
Nuestra preocupación ha incrementado cuando estos rasgos se han transformado para hacer más fuerte los trastornos de la alimentación, incrementar su incidencia y dificultar la intervención en los mismos.
Actualmente se presenta tanto en hombres como en mujeres y a edades cada vez más tempranas, se han creado grupos donde las personas comparten tips que favorecen y celebran estos comportamientos, haciéndolos a su vez más rigurosos.
Por ejemplo, se han introducido dos nuevos términos: vigorexia, que se caracteriza por el ejercicio excesivo y las rutinas deportivas de gran esfuerzo en periodos prolongados de tiempo y la ortodexia, que se caracteriza por la obsesión en la elección de los alimentos, sus componentes y cantidades a consumir, practicando dietas rigurosas que no son recomendadas por los profesionales de la salud.
Estas dos nuevas prácticas pueden tener consecuencias graves en el estado físico, emocional, social y psicológico de las personas. Las rutinas, creencias y comportamientos vinculados a estos trastornos no les permiten a quienes lo padecen relacionarse de una manera sana con los demás e incrementan la inconformidad personal.
Es una lucha entre los estereotipos sociales y la salud.
En muchas ocasiones, los trastornos de la alimentación son la representación de un conflicto que no se ha sabido afrontar por su gravedad. Pueden no ser el problema en sí, detrás de ellos suele haber una situación traumática. Se convierte en una llamada de atención y en un escape de la realidad que no se sabe sostener, por ejemplo: el rechazo, la violencia familiar o en el colegio, la pérdida de un ser querido, etc.
Existen comportamientos habituales en las personas que sufren estos trastornos, algunos de ellos son:
No solo afecta a la persona que lo vive, en la mayoría de los casos la familia se ve afectada en gran medida. La preocupación, la incertidumbre, la impotencia y el ambiente tenso en casa se presentan de manera significativa.
La intervención en estos trastornos es de vital importancia, ya sea para prevenir cuando identificamos algunas de estas características antes de su incremento o bien para trabajar con los síntomas. Las consecuencias de no tratarlo o ignorarlo pueden ser irreversibles.
Para la persona será difícil aceptar y asimilar que necesitan cambiar esas conductas porque les hacen daño. Sin embargo, con el apoyo de un profesional aprenderá a aceptarse, obtendrá herramientas para afrontar los conflictos del día a día y distinguirá entre las conductas que les benefician y las que le perjudican en todas las áreas de su vida.
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