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Se estima que en todo el mundo hay aproximadamente 230 millones de migrantes, es decir, personas que viven y trabajan fuera de sus lugares de origen, lo cual equivale a alrededor del 3% de la población mundial.

Con este artículo nos gustaría profundizar y reconocer las distintas emociones y situaciones por la que pasa un expatriado.

La mayoría podríamos pensar que cuando se ha decidido vivir en otro lugar debería ser una experiencia gratificante y, aunque haya sido decisión propia y pensando en mejorar, no es nada fácil.

Hay unos patrones comunes que se dan en la mayoría de inmigrantes, como el desarraigo, la distancia, el alejamiento de los suyos -y, en ocasiones, de la sociedad de acogida-, la barrera del idioma y de las distintas costumbres.

Es cierto que dependiendo de la sociedad de acogida, unos destinos son más acogedores y sensibles que otros, y que no todos los migrantes sufren por igual.

En 2002, el doctor Joseba Achotegui identificó el Síndrome de Ulises como un cuadro extremo de estrés que provoca un duelo imposible de elaborar por los inmigrantes. Esto suele ocurrir durante los primeros años de estancia en el país de destino, y puede dar lugar a depresiones y pérdida de salud. Dicha enfermedad puede afectar a todos sea cual sea su raza, su origen, su edad, su carácter, su profesión o su futuro.

Este cuadro psicológico no es duelo migratorio clásico, es una variante de dicho duelo que afecta a los inmigrantes en situación extrema del siglo XXI.

Lo que sí parece ser un elemento común, en cuanto a emociones y sentimientos, es que un porcentaje muy bajo considera sentir estabilidad. Esta inestabilidad tiene relación con lo que en el ámbito de la psicología se ha descrito como las fases del shock cultural, que sería una manera de explicar por qué nos sentimos así cuando vivimos en un país nuevo. Pues bien, no todo el mundo pasa por las distintas fases de la misma manera. Lo que se repite en consulta es la sensación de amor-odio hasta varias veces al día, una montaña rusa de emociones.

¿De qué depende que una persona alcance o sienta estabilidad? Existen distintos factores que favorecen o perjudican este estado emocional, psicológico y en ocasiones hasta físico. Un factor muy importante es la adaptación. ¿Cuántas veces te han preguntado si ya te adaptaste?

Para alcanzar este proceso es necesario sentir apego o bien disfrutar del  nuevo país, de las tradiciones, de los valores, de la comida y de la gente; tener una ocupación, un trabajo, mantener actividades recreativas y tener un grupo de apoyo y  amigos. Cada uno de estos elementos conlleva su propio proceso y no fácil de conseguir: la inestabilidad económica, la soledad, la falta de apoyo y el no sentirse parte del lugar son factores que afectan a la calidad de vida de las personas expatriadas.

¿Por qué te mantienes en una situación que mina tu bienestar? La decisión de irse ha sido tan difícil de tomar que se espera ver los resultados positivos, y se mantiene la lucha para alcanzar el sueño por que el que se deja tanto para iniciar de cero.

Otro factor que influye gravemente es la morriña, el extrañar constantemente todo lo que fue, todo lo que se tuvo en el país de origen: los amigos, la familia, la música, las calles, incluso las bromas o la forma de expresarse de su gente. Cuando esta sensación se convierte en desapego con lo conocido puede generar un gran vacío en las personas, en el que no se sienten parte de ningún lugar; la distancia puede modificar la relación con las personas del país de origen. Todo esto puede llegar a provocar estados graves de depresión o ansiedad.

Si eres expatriado, estos consejos te pueden ayudar a mejorar tu estabilidad psicoemocional y tu adaptación al nuevo país:

  • Busca grupos de personas de tu tierra en las redes sociales, a veces estos grupos te ayudan a mantener contacto con tus raíces y tus costumbres.
  • Gracias a la tecnología es muy fácil sentirte cerca de los tuyos, mantén el contacto frecuente con ellos, potenciará tu cercanía emocional.
  • Aprovecha todas las ocasiones que tengas para conocer gente.
  • Cuando no encuentres las ganas o el sentido de tu estancia, recuerda el motivo por el que fuiste y el objetivo que esperas alcanzar.
  • Busca actividades recreativas que te ayuden a sentirte mejor físicamente y te mantengan ocupado, a la vez que conoces gente nueva.

Si estás viviendo en un país que te gusta más, probablemente tu shock cultural será distinto de si estuvieras en un país que no te agradara. Por tanto, cada uno vivimos esta adaptación de manera distinta. Lo que sí que importa y hay que tener en cuenta, como siempre, es tu bienestar. Si consideras que tu adaptación no está siendo adecuada y sientes malestar, no descartes acudir a un profesional.

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