Nadie está preparado para afrontar una pérdida. Por mucho que en numerosas ocasiones sepamos con cierta anticipación que nuestros seres queridos nos van a dejar algún día, hasta que no nos en
frentamos de cara a ese momento no podemos adivinar cómo vamos a vivir dicho proceso.
Porque se trata de eso, de un proceso. Y vivirlo es importante.
Puede ocurrir que ante una pérdida se anhele el llanto y este no llegue. “¿Qué me pasa? Pero si le quería, ¿por qué no siento nada?” Estaríamos ante un bloqueo de emociones.
A veces podemos prepararnos psicológicamente pero eso se traduce en adelantar el proceso, no evitar que se paralice y dejar de sufrir por ello. Cuando dicha pérdida se pueda prever, la elaboración del duelo puede empezar antes de que ésta se produzca.
El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (de un empleo, de un ser querido, de una relación, etc.). Incluye componentes físicos, psicológicos y sociales y tienen una duración e intensidad proporcionales al significado y dimensión de la misma.
Etapas del duelo
Como proceso, consta de distintas etapas. Numerosos autores han hablado del duelo, y no existe un acuerdo entre ellos a la hora de determinar un número de fases concreto. Hay autores que nos hablan de tres etapas, mientras otros nombran hasta cinco. Sin embargo, en líneas generales, todas ellas tienen varios puntos en común:
- Primer momento de aturdimiento, incredulidad, negación, shock o gran impacto emocional, en el que la persona puede poner en duda o no aceptar la triste realidad.
- Una serie de estadios intermedios en lo que nos podemos encontrar con desorganización, depresión, sentimiento de ira y cólera generalizada hacia quienes se considera responsables de la pérdida, incluso contra sí mismo.
- Por última una etapa final en la cual aparece la reorganización y la aceptación de la pérdida.
No todas las personas que se encuentran en un proceso de duelo han de atravesar por todas las fases ni seguir una determinada secuencia.
¿Qué es lo comúnmente experimentado?
Las emociones más frecuentemente asociadas al duelo son la rabia, la protesta, el miedo o la tristeza. La más común de las emociones ante un proceso de duelo es la tristeza. La tristeza puede asociarse con la depresión. En el proceso de duelo se pueden dar algunas manifestaciones de síntomas depresivos como son: anhedonia, retraimiento social, apatía, desesperanza, pérdida de concentración y de la capacidad para tomar decisiones, síntomas fisiológicos como problemas de sueño y alimentación, etc.
Hay personas que no se permitirán expresar la tristeza y otras que se instalan en ella y la viven a lo largo de las horas, días, meses, etc. Lo importante es aprender a manejar esas emociones para que no nos bloqueen en un futuro y no quedarnos anclados en un estado de permanente sufrimiento.
¿Necesito pedir ayuda profesional?
Existen estrategias terapéuticas que tienen como finalidad facilitar a los pacientes la expresión de las emociones dolorosas asociadas al proceso de duelo. De esta forma el doliente puede elaborar el proceso del duelo sin bloquearlo, desarrollando estrategias que le permitan contactar con sus más profundas emociones. No todo el mundo necesitará acudir a un profesional, ya que no todo el mundo manejará sus emociones del mismo modo. Un experto puede ayudarnos a que la tristeza fluya y a que, poco a poco, los síntomas depresivos se vayan aliviando.
Como siempre, lo importante es nuestro bienestar, así que si los síntomas no cesaran después de un período y provocaran problemas para desenvolverse en la vida cotidiana, es importante acudir a un profesional, la persona afectada podría estar viviendo un duelo patológico.