Separarse es una decisión muy complicada para los miembros de una pareja. Cuando deciden poner fin a su relación ya han atravesado por una serie de pequeñas rupturas emocionales, físicas, sociales y familiares.
Llegar al punto de la separación física puede presentarse como un paso adelante para la ex pareja, ya que en ocasiones deciden mantener convivencia para conservar el “bienestar” de los hijos, lo que puede convertirse en una relación incómoda y, en ocasiones, violenta.
Se cree que al permanecer juntos los hijos no notarán ningún cambio Llegar al punto de la separación física puede presentarse como un paso adelante para la ex pareja, ya que en ocasiones deciden mantener convivencia para conservar el “bienestar” de los hijosy no se verán afectados, pero la distancia entre sus padres, la convivencia lejana, la baja o nula demostración de afecto y las diferencias constantes pueden ser difíciles de ocultar.
Divorciarse cuando se ha intentado todo lo posible para evitarlo, puede ser un acto positivo para los miembros de la familia. Proporcionará una estabilidad emocional a través del tiempo y permitirá a cada persona buscar su propio bienestar.
Pero… ¿Cuál es la mejor manera de comunicarlo?
Algunos de los siguientes aspectos pueden ser muy útiles:
La ruptura es conyugal, no parental
Es muy importante que, tanto los padres como los hijos, comprendan que la unión parental no puede romperse. Aunque la relación de pareja haya terminado, los padres siguen teniendo derechos y deberes sobre los hijos. Ambos deben gozar de la compañía de los mismos y ambos deben cooperar en el cuidado de los menores. Esto dará seguridad al menor, sabrá que la ruptura no es familiar, seguirá conservando las figuras de apoyo y autoridad. Negar los derechos y deberes a uno de los cónyuges solo perjudica al menor.
Informar sin sobrecargar
Es importante dar a conocer la noticia de divorcio como una decisión firme y que ambos padres tomaron, al explicar al menor no es necesario que conozca los motivos concretos y menos si representan una situación estresante para los adultos. Ser totalmente honesto con el menor puede generar estrés, miedo o coraje. Así mismo no es conveniente ponerlos en una posición de decidir o elegir. Se recomienda ir informando poco a poco para no saturarle y generar emociones negativas.
Comunicación asertiva
Evitar culpar, etiquetar, gritar, victimizar, etc. Se recomienda la escucha activa, permitir al menor expresarse, mostrarle comprensión y empatía. Expresar al menor que es una situación que puede hacerle sentir confundido o triste pero que conllevará beneficios, por ejemplo la disminución de conflictos.
Evitar peleas frente al menor
Las discusiones frente al menor solo generan estrés y miedo en él, además promueve conductas agresivas. Recordemos que los padres somos las primeras figuras de las que los menores aprenden. Si enseñamos a los menores que comunicándose se resuelven mejor las situaciones, ellos buscarán actuar de esta forma.
Reforzar la unión parental
Es importante hacerle saber al menor que siempre contará con sus padres, que la unión padre-hijo madre-hijo siempre estará presente y que el cariño que sienten hacia él no se termina y puede seguir buscando apoyo y protección en ambos padres.
Explicar los nuevos cambios
Es importante que después de haber tomado decisiones, el menor conozca los cambios que habrá en su vida para que pueda adaptarse a ellos con mayor facilidad. Para el menor sería estresante no saber dónde, con quién o cómo serán sus siguientes días. Es importante intentar mantener la mayor parte de rutinas del menor, para que no afronte muchos cambios en el proceso de divorcio.
Si los adultos se adaptan, los niños lo harán
Si los menores observan que sus padres intentan adaptarse a las nuevas rutinas con entusiasmo generará una sensación de seguridad y confianza, y les permitirá adaptarse con mayor facilidad a la nueva situación.
Decidir juntos es mejor
El divorcio de mutuo acuerdo beneficia a los adultos al disminuir el conflicto, además ambos son partícipes de los derechos y deberes de los hijos. Los costes económicos y el tiempo invertido en la toma de decisiones son menores. Ambos seguirán ejerciendo la paternidad y lo harán en beneficio de la familia.
Evitar introducir al menor en el conflicto
Los hijos no son parte del conflicto de pareja. Es de vital importancia no buscar la alianza del menor con uno de los progenitores, esto puede confundirle además de dañar la relación con el otro progenitor y puede crear sentimientos de inseguridad y desconfianza. Así mismo no se sentirá próximo a la figura que busca su “apoyo” y puede tender a aislarse.
Los niños no son instrumentos de daño, son personas que tienen derecho a ser queridos y cuidados por ambos padres.